Jorge Valenzuela, presidente de Fedefruta en Revista del Campo: La mirada el futuro del líder de la fruticultura

Reportaje de Revista del Campo

Un estallido social, una pandemia, la discusión de una nueva Constitución y dos crisis en las ventas de cerezas en China.

\’Hice un doctorado gremial en dos años\’, lanza Jorge Valenzuela, quien hace poco cumplió 49 años. A mediados de 2018, Valenzuela tomó la presidencia de la Federación de Productores de Fruta, Fedefruta. Hasta ese momento había tenido una ascendente, pero de bajo perfil, carrera gremial. En 2012 debutó como director de Fedefruta tras una corta pero activa participación en la Asociación de Viveros. La designación de Luis Schmidt como embajador en China, hasta entonces presidente de Fedefruta, lo pilló recién ascendido al cargo de vicepresidente.

Valenzuela asumió como reemplazo natural de Schmidt. Tras un primer año tranquilo, vino un par de temporadas escritas por un guionista con exceso de imaginación.
Ganó peso propio como dirigente de primera línea. Tiene línea directa con las principales autoridades económicas, políticas y diplomáticas; se reúne con los miembros de la Convención Constitucional y recibe llamados de fruticultores de todo Chile que buscan luces sobre cómo viene el futuro.

Por eso el líder de Fedefruta puede sacar su propia voz, que también es la de una generación.

\’Represento a un grupo que no viene de los grandes terratenientes, ni de las familias históricamente frutícolas. La producción de fruta se ha desarrollado por gente como nosotros, que partieron chicos, pero agarraron el boom de exportaciones y fueron creciendo. Se trata de profesionales innovadores que le han metido mucha cabeza a esta industria\’.

Gestor de las exportaciones de plantas

Buena parte del destino profesional del actual presidente de Fedefruta se empezó a delinear antes de que naciera. A finales de los años 60, su padre, Jorge Valenzuela Barnech, partió a estudiar un doctorado en fisiología vegetal en la Universidad de Maine, en Estados Unidos.

Jorge Valenzuela Trebilcock, el hijo, nació al final de esa etapa académica.

La tesis doctoral del padre versó son arándanos, adelantándose un par de décadas al desarrollo de ese cultivo. De vuelta a Chile, Jorge Valenzuela Barnech fue parte del grupo de académicos de la Universidad de Chile y el Instituto de Investigaciones Agropecuarias, INIA, que dio apoyo técnico al despertar de las exportaciones frutícolas. En 1987 él creó el primer programa chileno de mejoramiento genético de uva de mesa en el INIA.

\’Tuve la suerte de acompañar a mi papá en muchos viajes. Ser parte del proceso de desarrollo de la fruticultura en Chile\’.

A comienzos de los 90, el hijo entró a estudiar Agronomía en la Universidad de Chile. Con el auge de las exportaciones de fruta y de vino, la demanda para entrar a esa carrera era muy alta y, una vez egresados, era fácil conseguir trabajo.

La tentación de trabajar, \’siempre me ha gustado tener mis propias cosas\’, le puso freno a la posibilidad de estudiar un posgrado en el extranjero.  Valenzuela Trebilcock inició su camino profesional en 1997 en el área de manejo fitosanitario en Anasac. Luego pasó a la exportadora David del Curto y volvió al mundo de los productos agrícolas en la comercializadora Martínez y Valdivieso, de la que se retiró en 2009 para administrar su propia empresa.

En 2003 Valenzuela había empezado un pequeño vivero. Del tiempo que acompañaba a su padre en sus viajes, le había llamado la atención el trabajo que se hacía en Estados Unidos en la generación y venta de parras de uva de mesa. En ese país había una activa discusión sobre el uso de portainjertos en ese cultivo.

\’En Chile estábamos en una industria de la uva de mesa obsoleta, antigua y con malos rendimientos. Había que mejorar el tema productivo. En las parras la raíz no deja crecer las de otras, es una manera de defensa. Con portainjertos de otras vitis andan bien\’.

Lo que partió como un vivero boutique enfocado en uva de mesa con portainjertos, un producto casi desconocido en Chile, fue agarrando volumen. Cuando ya fue imposible seguir con su propia empresa, que llamó Nueva Vid, y en Martínez y Valdivieso, decidió renunciar al cheque mensual y lanzarse como emprendedor a tiempo completo en 2009. Hoy Nueva Vid está entre los tres viveros más grandes de uva de mesa, con una producción anual de un millón y medio de plantas.

A poco de girar hacia volverse un viverista de tiempo completo, la actividad gremial le hizo señas. Valenzuela comenzó a asistir a las reuniones de la Asociación de Viveros. Fue parte del grupo que promovió la idea de que las empresas del rubro comenzaran a exportar plantas. Sus sugerencias cayeron en terreno fértil.

\’Empezamos a trabajar con un directorio joven. Nos dimos cuenta de que para exportar plantas teníamos que tener un producto exportable. Eso implicaba una serie de desafíos para mejorar la calidad de las plantas: inversiones en los viveros, nuevas tecnologías, temas fitosanitarios y hacer análisis de riesgo de plagas. La industria de los viveros se permeó de la preocupación por la calidad e invirtieron grandes cifras en tecnología y en sanidad. Mucha gente quiere que estas cosas sean de la noche a la mañana. Una industria tiene muchos actores y hay que subir el nivel a los que están bajo la media, ese es el desafío del gremio\’.

En 2011 Valenzuela fue elegido presidente de la Asociación de Viveros.

La idea de exportar plantas, para fortuna de los viveristas chilenos, coincidió con el boom de plantaciones de la última década en el Perú. El círculo virtuoso de aumento de la calidad de las plantas y de ventas en el extranjero fue una inyección de modernidad en el rubro.

En forma paralela al negocio particular de vivero, Valenzuela inició un proyecto de 70 hectáreas de cerezas tempranas en Malloa en sociedad con Jaime Carvajal. \’Con él comparto los mismos orígenes. Jaime es hijo de un dentista, estudió Agronomía y se fue a trabajar a Del Curto, mientras comenzó a plantar sus propios huertos\’.

Cautela en las inversiones

En calle San Antonio del centro de Santiago, la sede central de Fedefruta, la corta pero activa carrera gremial de Jorge Valenzuela era seguida con atención por Cristián Allendes, el entonces presidente de los fruticultores. En 2012 lo invitó a que participara como director de Fedefruta.

\’Estaba haciendo una buena labor gremial en los viveros y encontraba que sería buena su visión desde ese sector en los productores de fruta. Después también pasó a ser productor de cerezas. Podría decirse que fui su mentor en el tema gremial más activo. Estoy muy contento con ese descubrimiento. Ha tenido una gestión directa, técnica y de bastante conversación. Es una persona alegre, empujadora y de llegar a acuerdos. No es soberbio y le gusta buscar nuevas ideas para el rubro frutícola\’, sostiene Cristián Allendes, actual presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura, SNA.

Tras asumir como director en Fedefruta, Valenzuela siguió encabezando la Asociación de Viveros. La doble militancia continuó hasta 2018, mientras seguía como presidente de los viveristas asumió como vicepresidente de los fruticultores. La partida de Luis Schmidt a China como embajador lo obligó a asumir la conducción de Fedefruta y dejar su cargo en el
otro gremio.

Tras un primer año relativamente tranquilo, llegó el estallido social en octubre de 2019 y un par de meses después, la epidemia del coronavirus. Valenzuela pasó a negociar y tomar decisiones mientras que el nivel de incertidumbre en el negocio de la fruta llegaba a niveles nunca antes vistos. Por ejemplo, ahora es parte del Comité de Crisis que reúne a privados y funcionarios públicos frente a las trabas que han tenido las cerezas en China por la aparición del coronavirus.

\’Hay mucha cautela desde el punto de vista de la inversión, mucho proyecto que está en análisis para ver cuáles van a ser las señales económicas y de la Constitución. Sin embargo, veo una demanda gigante por fruta en el mundo. Llevamos 35 años de experiencia frutícola, donde hemos aprendido un montón en todo lo que es la exportación, la poscosecha, la inocuidad y la seguridad alimentaria. Ningún fruticultor se va a ir de Chile. Somos gente de trabajo y esperamos que el Gobierno nos apoye, pero de verdad, con buenas herramientas, con los tratados de libre comercio y extensión técnica efectiva para que el sector tire para arriba\’, argumenta Valenzuela.

El dirigente apunta que la fruticultura genera 800 mil empleos directos y es el motor de la economía rural.

Elección de Boric presiona renovación gremial

\"\"Con la elección de Gabriel Boric como Presidente de la República y la discusión que lleva a cabo la Convención Constitucional se consolida un nuevo escenario en el país. Temas como el uso del agua, las relaciones laborales y el impacto social y medioambiental pasan a tomar un lugar central en las políticas públicas.

-Chile eligió a un candidato de solo 35 años. Históricamente los gremios agrícolas han estado dominados por personas de mayor edad. ¿Cree que eso tendrá un impacto?

-Absolutamente, les pone presión a los gremios en cuanto a su renovación. Queremos que los fruticultores que están empezando, que están llenos de desafíos, vayan a Fedefruta y lleguen con sus ideas para construir una nueva fruticultura. A los gremios agrícolas también nos cuesta convocar a las mujeres. Afortunadamente, me acompañan Carolina Dosal y María Inés Figari, he incorporamos a jóvenes como Felipe Rieutord y José Miguel Figueroa.

Para Jorge Valenzuela, la fruticultura tiene desafíos enormes en los próximos años. La apertura de nuevos huertos desde Chillán a Osorno y Chile Chico hace necesario desarrollar nuevos conocimientos sobre el desarrollo de los frutales en esas zonas, incluyendo las enfermedades que pueden acentuarse.  \’La fruticultura tiene mucho de ingeniería. Son inversiones de largo plazo, que requieren desde el diseño del riego del huerto hasta la elección de la especie que vas a tener. Tienes dentro de todas las variedades que tiene una especie cuál va a andar mejor productiva y comercialmente. Ese nivel de exigencias es un filtro para el que entra al mundo frutícola. Son agricultores que tienen experiencia y, evidentemente, capital\’.

Según el presidente de Fedefruta, las universidades e institutos de investigación deben tener un rol más activo en los desafíos que se vienen, tanto por el avance hacia el sur como por que el cambio climático limita cada vez más el acceso a agua en las zonas norte y central. \’Falta que en la investigación se integre a los agricultores. Espero que el Presidente Gabriel Boric tenga esa mirada. Se necesitan recursos para que a través de los de los gremios los productores se articulen con la universidad y los institutos, y se genere investigación aplicada. En alguna etapa de la historia reciente se disoció esto. Hoy la extensión no existe en Chile. Hay algunos grupos de transferencia tecnológica, pero la verdad es que se necesita ampliar a todos los agricultores. Ojalá que en el nuevo Ministerio de Agricultura se tome ese desarrollo estratégico para el agro y el área frutícola\’.

Valenzuela mira con interés el modelo de California, en que los agricultores pagan un monto por las ventas de su producción. \’Para el desarrollo de tecnologías tenemos que funcionar como un sector, no en forma aislada. En eso estamos al debe. Tiene que venir de una política de Estado\’, sentencia el presidente de Fedefruta.

La Discusión Constituyente es muy urbana

Entre los fruticultores generó preocupación que se atribuyera a convencionales que redactan la constitución la intención de frenar las exportaciones fe frutas.

– No hay que creer en todo lo que se dice en las redes sociales. En la medida en que los convencionales se han ido informando, han entendido al rubro frutícola. Eso sí, me he dado cuenta de que la discusión constituyente es muy urbana. El mundo rural y agrícola no está dentro de esa conversación. La fruticultura debe ser considerada un rubro estratégico del mundo rural, que da empleo estable y de buena calidad.

Usted ha expuesto ante dos comisiones de la Convención. ¿Cree que el agro finalmente saldrá bien parado en el proceso constituyente?

– No tengo temor a la Convención. Creo que los convencionales son gente razonable, y temas como las expropiaciones de tierras no va a suceder. Lo mismo con los derechos de agua.

Sin embargo, la discusión sobre el agua no se da en abstracto. La imagen pública de la fruticultura resultó dañada por la situación de los paltos en Petorca.

– Absolutamente. En todo caso, se demonizó un producto de una manera que creo que no corresponde.

¿Qué falló en el caso de Petorca?

– Falló algo que estamos trabajando, que es la relación que deben tener los agricultores con su entorno y las comunidades. Hay que garantizar el agua para el consumo humano. Algo sobre lo que nadie en el agro ye va a decir lo contrario, pues todos vivimos en zonas rurales.

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