Por Jorge Valenzuela, presidente de Fedefruta, publicada en Revista del Campo
Tenemos la fruta enviándose a los mercados. Tenemos a los compradores esperando por los cargamentos. En este momento, sin embargo, nuestra preocupación como rubro -junto con el agua- va por asegurar el flujo logístico entre los huertos y los terminales tras el estallido social, y definitivamente mejorarlo en el mediano plazo.
En estas semanas, nos hemos acercado a los diferentes actores de las comunidades logísticas de los puertos de Valparaíso y San Antonio. Nos hemos reunido con algunas de sus máximas autoridades y lo vamos a seguir haciendo durante estos días. Y así, hablando con representantes de los terminales, de las navieras, del transporte terrestre y otros, coincidimos en que la falta de inversión y desarrollo de infraestructura vial en el país juega en contra del crecimiento de las exportaciones y de la óptima salida de nuestra carga a destino.
Debemos ser el único país portuario que no cuenta con una red de ferrocarriles apropiada y acorde a las inversiones que se han hecho en los puertos y en los campos. A estas alturas, habría que contar con, por ejemplo, trenes de carga que lleguen con la fruta directamente a los terminales. Ni hablar del acceso a los puertos en las ciudades, con vías que apenas pueden soportar el enorme flujo de camiones en momentos peak de la temporada, o cuando un puerto debe recibir más contenedores a causa de alguna contingencia.
De la misma manera que no tenemos una institucionalidad clara para abordar la crisis hídrica en el país, tampoco tenemos una que acelere las inversiones en infraestructura vial, algo que es impostergable si de verdad queremos defendernos como potencia agroalimentaria y país modelo del comercio exterior.
Tan importante como aquello, es considerar la enorme distancia que tenemos de nuestros mercados en el Hemisferio Norte, Lejano Oriente y otros que se van a transformar en destinos habituales para la fruta chilena, como Sudeste Asiático y la India, por lo que tenemos que optimizar los trayectos, y adoptar mejoras en la logística que dependen esencialmente de nosotros. Por eso es que hay que trabajar más unidos que nunca para velar por un desarrollo que, al momento que tengamos más volúmenes de carga, y mayor demanda por parte de consumidores en nuevos destinos, podamos cumplir con nuestra labor.
Un crecimiento armonioso de nuestra infraestructura de acuerdo a las necesidades de nuestro país, creemos que resulta primordial, ya que de no hacerse la inversión en el tiempo debido, como lo hemos visto con los efectos de la crisis hídrica en la fruticultura, puede trabar los esfuerzos de todos quienes trabajamos en la cadena.
