Columna en Revista Mundo Agro: Futuro del rubro frutícola

Por Jorge Valenzuela Trebilcock, presidente de Fedefruta, (link acá)

Con el nuevo gobierno y el proceso constituyente, el mundo rural estará viviendo redefiniciones importantes en este y los próximos años. Como habitantes de comunas rurales, los productores tenemos la responsabilidad de ser protagonistas de esta conversación histórica, y poner énfasis en la problemática del agua, la invisibilidad de lo rural en las políticas, y en los ejes que sostienen el campo.

El nuevo gobierno y el Ministerio de Agricultura han podido ver que la sequía tiene en riesgo el abastecimiento de agua no solo en las zonas rurales -lo que ha sido constante por la falta de políticas-, sino también en las ciudades. En el pasado se han anunciado medidas, que ahora esperamos se traduzcan en un plan hídrico que asegure el agua para el consumo humano, el mundo rural, la alimentación y los rubros que trabajan para proveer a la población.

Debido a la incertidumbre que generan el cambio climático y la sequía, debemos elevar prioridad de la seguridad alimentaria y la provisión de agua como un tema nacional y geopolítico. Esto permitirá en accionar políticas públicas a largo plazo que se ejecuten con eficacia, en lugar de correr tras la urgencia por falta de infraestructura y decisión. Esto también lo hemos planteado a constituyentes y a las comisiones de Medio Ambiente y Forma del Estado de la convención, pero al gobierno de Boric le cabe un rol crítico para avanzar en esta materia, y buscar alternativas que realmente se sustenten en el tiempo para esta emergencia no atendida.

En ese sentido, llamamos a todo el gremio agrícola a ser propositivos con las medidas a futuro. En la actualidad, no es posible pensar en grandes embalses, porque ambiental y socialmente ya no son viables. Planes de hace 30 o 40 años para obras de riego de este tipo, consideraban un flujo en las cuencas que ahora en muy distinto. Por eso, debemos generar información adecuada por cuenca y diseñar matrices según la realidad de cada zona, buscar nuevas fuentes de agua como plantas desaladoras, utilización de aguas residuales, infiltración de napas subterráneas, etc.

Y por supuesto, hay que tener una institucionalidad muy clara y dinámica, para avanzar hacia un plan hídrico concreto, porque la seguridad hídrica es la base de la alimentación y la ruralidad. El agua es el sustento de las personas en el campo y claramente debemos resolver esta urgencia con altura de miras.

Queremos insistir en la continuidad de la Ley de Riego. Ha sido una herramienta que ha permitido a pequeños y medianos agricultores ser eficientes y responsables en sus manejos agronómicos, y más allá de disminuir su alcance, hay que hacer extensionismo de estas tecnologías, una capacitación constante para que estas herramientas sean aprovechadas lo mejor posible. La gestión eficiente del agua en el rubro agrícola es esencial para la sustentabilidad de los procesos e incluso la calidad de los productos.

Algo que nos dejó claro el nombramiento de Esteban Valenzuela como ministro de Agricultura para el gobierno de Boric, es que la cartera del agro tendrá un foco muy importante en la ruralidad como un todo, más allá de las actividades productivas del campo, lo que valoramos, ya que las carencias de las zonas rurales son enormes, desde falta de conectividad hasta la problemática del agua.

Hay una oportunidad real de descentralización si se atienden los problemas de la ruralidad. No puede ser que haya personas sin agua en las comunas rurales o que, durante la pandemia, niños que viven apenas a unas horas de Santiago no hayan podido tener clases por casi dos años. Eso nos lleva a ejecutar planes concretos para zonas que han sido invisibles para las políticas centrales.

Otro aspecto importante de señalar, ya que ha sido muy relativizado en este último tiempo, es el modelo de exportación que tenemos como país, basado en los tratados, los cuales debemos seguir ampliando y mejorando, si es que cabe alguna revisión.

En ese sentido, planteamos la importancia para la ruralidad y la economía chilena, el desarrollo del modelo productivo-exportador de la fruticultura. Esta es la forma por la que pequeños y medianos productores han podido crecer y fortalecerse en el rubro, asociándose, teniendo acceso a tecnologías, innovando y desarrollando una capacidad exportadora que le ha dado sustento a miles de fruticultores y personas del campo. Los desafíos están en seguir avanzando en modelos sustentables, lo que implica cuidar el medio ambiente, ya que el cambio climático es la principal amenaza para la seguridad alimentaria y la producción.

No quiero dejar este espacio sin mencionar, la alarma por la discusión constitucional sobre el agro y la producción de alimentos. Luego de hablar con muchos constituyentes y exponer en las comisiones de Medio Ambiente y en la de Forma del Estado, nos sorprenden iniciativas constitucionales como la del derecho a la soberanía alimentaria, que plantea una agricultura que excluye a los productores, y la que “consagra el Estatuto Constitucional del Agua”, que caduca los DD.AA. y fija una prioridad sobre uso del agua que deja a las actividades productivas -y limitadas por la ley- en último lugar.

Creemos que la conversación constitucional sobre estos temas es muy urbana, sin conocimiento sobre cómo el mundo agrícola hace uso del agua, sobre el ecosistema rural, cómo funciona y nos relacionamos. Peor aún, el tipo de iniciativas que ha aprobado la Comisión de Medio Ambiente y Modelo Económico nos hace pensar sobre qué discusión habrá en el pleno sobre normas realmente enfocadas en la economía y el desarrollo.

Habrá un vacío importante en el pleno para sentar las bases de desarrollo en la constitución, y llamamos a los fruticultores de todas las regiones, a estar atentos y unidos para hacer ver a una sola voz la importancia del sector para la alimentación de la población.

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