Columna del presidente de Fedefruta: China y frutos de una amistad

Por Jorge Valenzuela, presidente de Fedefruta, en columna originalmente publicada en la Tercera, por los 50 años de relaciones diplomáticas entre Chile y China.

En unos días, los productores de fruta chilenos empezaremos a trabajar fuertemente las cosechas de cereza, un símbolo de alegría para la población china en sus festividades, pero también, de la amistad entre nuestros países. Este fruto representa una instancia de encuentro, en días en que acostumbramos recibir a empresarios y compradores chinos en nuestros huertos, para enseñarles el proceso de cómo un territorio como el nuestro, con su gente, se esmera en llevarles fruta de calidad para un momento tan especial como el Año Nuevo Chino.

Por supuesto, este 2020 nos sorprende con una pandemia global que ha impedido estos encuentros presenciales que, desde hace años ya, acontecen en los campos de la zona centro y sur donde crece la cereza chilena. No obstante, la fruticultura chilena está más preparada que nunca para seguir abasteciendo al mundo, asegurando calidad en el producto, además de inocuidad en la entrega, en instantes cuando debemos tomar todas las medidas adicionales para la salud de las personas.

Este es el compromiso que nuestro sector tiene con la población china, en un año en que cumplimos medio siglo de relaciones diplomáticas que, con el tiempo, han pasado a convertirse en amistad.

Como Federación, podemos decir que la fruticultura ha jugado un rol potente en la construcción de las confianzas entre China y Chile. Ponemos como ejemplo un proyecto muy especial para nosotros, la Granja Demostrativa Chilena en Tianjín, la cual se inició hace más de dos décadas gracias a una idea del timonel de Fedefruta en ese entonces, Luis Schmidt (actual embajador de Chile en China) y el presidente fundador del gremio, Florencio Lazo.

De esta forma, quisimos dar a conocer nuestra producción a las autoridades chinas y los potenciales consumidores, utilizando manejos agronómicos ocupados por nuestro país para la exportación frutícola. Dicho objetivo, creemos, se cumplió a cabalidad, dado que ayudó a construir vínculos, intercambiar visiones y culturas, estrechar lazos de amistad y sentar importantes bases para la confianza.

Acciones como ésta fueron las que lograron acelerar el Tratado de Libre Comercio entre China y Chile, un acuerdo en vigencia desde 2006 y que, definitivamente, ha cambiado la cara del agro chileno. Esto, porque en solo 10 años, las exportaciones silvoagropecuarias de nuestro país a China han cuadruplicado su valor, pasando de US$1.000 millones FOB el 2009 a más de US$4.500 millones FOB el 2019, de acuerdo a las cifras de Odepa. 

En la actualidad, China es el principal destino de la fruta fresca chilena. Las exportaciones frutícolas de nuestro país al Gigante Asiático representan hoy en día más de 40 por ciento del valor total de nuestros envíos, superando los 2 mil millones de dólares FOB durante 2019. Y, si bien, tres cuartas partes de esos retornos corresponden a cerezas, símbolo inextinguible de las relaciones entre China y Chile, se ha hecho un trabajo enorme y constante por abastecer con otras frutas provenientes de Chile, como la uva de mesa y los arándanos, las nueces, los avellanos, las paltas y los kiwis, otros carozos como las ciruelas y los nectarines, y recientemente también los cítricos, siendo estas últimas frutas muy demandadas por su alto aporte vitamínico en meses de pandemia. 

Dicho intercambio significa muchas cosas para ambas naciones, más allá de los números y el catálogo de productos. Para nosotros como chilenos, esto es sinónimo de actividad, de empleo, de desarrollo regional y crecimiento descentralizado, de una forma de incorporar tecnologías en zonas rurales y mejorar la calidad de vida de gente en el campo. Y para las personas en China, como muy bien nos ha dicho en un par de ocasiones el ex Embajador Sr. Xu Bu, el comercio de fruta ha significado felicidad y alegría, como también, tranquilidad al momento de consumir alimentos sanos, inocuos y de calidad.

De aquello somos testigos, cuando representantes y empresarios chinos visitan nuestras instalaciones y huertos con el fin de conocer los procesos de la fruta que se va a sus ciudades, y notamos sus expresiones de júbilo y asombro. Lo mismo, cuando hemos visitado los mercados mayoristas de Shanghai o Beijing, y nos encontramos con comerciantes expectantes y ansiosos por la llegada de los contenedores con cereza chilena. Nuestra relación con China tiene algo de mágico, y muchísimo de hermandad y respeto.

Este 2020 cumplimos 50 años de relaciones con China, un acercamiento cuya visión inicial sin duda tenía imágenes como las que estamos describiendo, de confianza, crecimiento, colaboración y cercanía, lo que ha sacado lo mejor del carácter y cultura de ambas naciones. Es minuto de pensar lo que queremos construir de aquí a medio siglo más, y en eso estamos trabajando desde hace un tiempo.

Por lo pronto, seguiremos aportando herramientas para el intercambio entre nuestros productores de fruta y sus contrapartes en China. No habrá crisis que nos detenga en este camino, y en nuestro ADN como agricultores está en adaptarse a las dificultades.

Y en un plazo más largo, también nos encontramos diseñando un proyecto que será el espejo de la Granja Demostrativa de Chile en China en nuestro territorio, con la idea de traer y probar tecnologías que permitan mejoras en nuestra producción, acelerar el desarrollo regional de la mano de avances técnicos en el agro, y marcar una nueva etapa en la amistad entre Chile y China. Como sector, siempre estaremos disponibles para cuidar y seguir alimentado nuestras relaciones con China mediante este tipo de gestos y acciones, más allá de lo diplomático y lo comercial, dado que entendemos la importancia de la confianza y el intercambio fraterno.

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