Balance entre nuevas variedades y portainjertos para mejores resultados en cereza

Reportaje publicado por Revista del Campo en su especial Cerezas, en el que el presidente de Fedefruta Jorge Valenzuela se detiene en las últimas tendencias sobre portainjertos y variedades en la principal fruta chilena de exportación en términos de valores FOB.

“De repente no hay cómo achuntarle”, dice Sebastián Navarro, jefe técnico del Grupo Hijuelas Sur, de Osorno.

Exagera, pero se refiere a la delicada fórmula que se precisa para desarrollar algún proyecto frutícola en cualquier zona del país, especialmente si se trata de la producción y exportación de cerezas, la niña bonita de la canasta exportadora chilena.

Es que es difícil lograr la ecuación precisa entre la variedad y el portainjerto apropiados para cada condición y sector del país, especialmente ante los cambios en el clima.

“Está complicado en la zona central el tema del agua. Eso asombra mucho acá en Osorno, en que de repente se tienen más ventajas, en términos de cuaja, ya que en las zonas donde se puede plantar no hiela, ya que Osorno está a 60 m sobre el nivel del mar. Así, veo las cuajas de variedades como regina o kordia y no hay problemas. Y voy a Chimbarongo y veo las lapins heladas. Y vuelvo al sur, y cae una granizada y se vuelve a perder el potencial productivo. Ahí uno se pregunta: ¿dónde planto?”, señala Navarro

Más allá de estas tribulaciones, el rubro estrella de las plantaciones frutícolas nacionales sigue su marcha creciendo en superficie, y tiene a la mano toda una batería tecnológica representada por variedades y portainjertos que las sujetan a la tierra y apoyan su crecimiento.

El vuelco con portainjertos

El sector dio el salto hasta convertirse en lo que representa hoy, en que va camino a un nuevo récord con unas 226 mil toneladas exportadas en la temporada 2019/2020, cuando se masificó el uso de portainjertos clonales, comenta Jorge Valenzuela, presidente de Fedefruta, viverista y también productor de cerezas.

El portainjerto —conocido también como patrón o pie— es la planta que se usa como soporte y sirve para injertar la variedad, y que puede aportar diversas características, como resistencia a salinidad, falta o exceso de agua o a presencia de nematodos, entre otros.

“La industria empezó a cambiar o tuvo su punto de inflexión con el uso de los portainjertos clonales, porque hasta no hace muchos años, en Curicó, a mediados de los años 90, los huertos de cerezos usaban portainjertos obtenidos de semilla, y como no eran autofértiles como ahora, había que poner distintas variedades por hectárea para la polinización”, destaca Jorge Valenzuela.

Su llegada permitió ampliar el territorio posible de ocupar con este delicado frutal, sensible a la lluvia, el granizo, las heladas y el viento. Agrandó la gama de tipos de suelo que podían empezar a ser ocupados.

La actual oferta de portainjertos disponible es amplia, dice Valenzuela, y tiene a colt como uno de los primeros que aparecieron y que hasta hoy sigue de moda entre los más usados. Aporta resistencia a suelos pesados y a humedades altas.También está en boga la línea alemana gisela 5 o 6, que son las que se ocupan para huertos peatonales, muy en la línea europea, en altas densidades.

Magma 14 es apuntado por Valenzuela como validado técnicamente en Chile por sus características de vigor y por su versatilidad con las diferentes variedades. Es usado para suelos pesados, aguanta muchos kilos por hectárea y ya lleva varios años en el país.

Desde la corazón de paloma

Mucho ha cambiado el mundo de las variedades de cerezas desde los inicios de la producción nacional en los que mandaba la corazón de paloma, en Romeral, y que hoy se usa en el consumo interno en fresco y para la industria del marrasquino.

Después, con la ampliación del negocio y las exportaciones, apareció un grupo de variedades, entre las que destacaban bing, van, sam, early burlat y napoleón, entre otras.

A eso se sumó, dice Valenzuela, la explosión de variedades desde British Columbia, Canadá, que en su minuto desarrolló la frutícola David del Curto, a través del vivero Copequen. Fue un grupo de variedades nuevas de diferentes fechas de cosecha que son las más masivas hasta hoy.

Según Valenzuela, actualmente la elección de una variedad se realiza, más que pensando en cuándo se va a salir al mercado, calculando saltarse los períodos de lluvia que pueden afectar la fruta por partidura.

Por ejemplo, en la zona sur regina tiene una floración más tardía y de ahí que se ha convertido en la más plantada, además que tiene un grado de tolerancia a la partidura.

Entre Maule y Ñuble, en tanto, se ocupan variedades de media estación, como lapins, bing o regina.

“Lo que pasa es que es complejo para un productor tener una sola variedad, también por la operación. La cereza tiene la delicadeza de una fruta fresca; por lo tanto, cosechar todo concentrado complica la operación. Uno tiene diferentes variedades, con distintas fechas de cosecha, lo que ayuda a tener una operación más tranquila, asegurando los trabajadores durante todo el período de cosecha”, señala.

Más al norte, en la zona de producción temprana, Jorge Valenzuela señala que aparte de la variedad santina, la más importante, ha aparecido un grupo de otras nuevas que vienen de España, de bajo requerimiento de frío y que son tempranas.

“Pero la más plantada y más temprana es santina. También está royal dawn, que tiene algunos cuestionamientos técnicos, y las variedades más tradicionales como lapins, bing, kordia y regina.

En tanto, en Los Ríos y Los Lagos, la frontera cerecera, antes de saltarse a Aysén, no han cambiado mucho las cosas desde las primeras plantaciones a comienzos del 2000.

“En esta zona, cuando partió Jorge Mohr con su huerto en 2005, todo era el patrón gisela 6 con la variedad regina. Él se atrevió a plantar en gisela 5 con la misma regina y hoy la variedad que predomina sigue siendo regina”, señala Sebastián Navarro, del Grupo Hijuelas.

Prefiere el ejemplo propio para dar cuenta de la estrategia que siguen como productores de fruta.

Como Grupo Hijuelas, para dividir un poco el riesgo y aumentar el volumen de fruta desarrollaron un cuartel de no más de 5 hectáreas con lapins, y cuenta que no hay productores que tengan bloques de lapins muy importantes. De hecho, calcula que más del 95% en la zona está plantado con la variedad regina.

Con la misma idea van a plantar una segunda etapa con kordia.

“El escenario de la cereza lo vemos con mucho respeto en términos de lo que se viene a futuro. Regina, si bien es una buena variedad y les gusta a los chinos, tiene un sabor distinto y en el sur aún mayor, además de firmeza y azúcar, pero uno trata de diversificarse plantando kordia, que es la variedad más bonita y más rica, que siempre se va a pagar bien”, señala.

En el caso de la lapins, la pusieron porque el año antepasado las liquidaciones para los sureños estuvieron bajas, entonces están apostando al volumen con esta línea, que es considerada caballo corrido para llegar a los 20 mil kilos por hectárea. Aunque tiene sus complejidades de manejo, se optó por ella también con un objetivo secundario y más operacional: captar gente antes de que empiece el peak de cosecha en la zona.

“Hoy un proyecto en el sur tiene que considerar variedad regina, porque está validada, y kordia, con los polinizantes adecuados”, concluye.

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