Ismael Ossa Errázuriz (1942 – 2021): “Tengo los pies firmes en la tierra, la cabeza erguida y la mirada en el futuro”

Autor: Sergio Allard
Imagen de Revista del Campo

Ismael Ossa Errázuriz nació en Santiago el 24 de julio de 1942, hijo de Recaredo Ossa Undurraga y de Trinidad Errázuriz Rivas, y sexta generación de la familia Ossa en la propiedad y dirección de La Rosa.

Estudió en el colegio de los Sagrados Corazones de Alameda, Agronomía en la Pontificia Universidad Católica e hizo su servicio militar en la Armada de Chile. Contrajo matrimonio con Elena Prieto Correa, con quien tuvo cinco hijos: Ismael, Sebastián, Cristóbal, Elena y Benjamín.

En 1973, el joven Ismael se marchó de los negocios familiares para iniciar sus propios proyectos en lo que él denominó “un año sabático” que, finalmente, se convirtieron en catorce años de trabajo independiente, desempeñándose como comerciante, importador, exportador, vendedor de maletín y empresario agroindustrial. A comienzos de la década de los setenta, Ismael llegó a La Vega y se convirtió en “un veguino de corazón”. “–Fue mi segunda universidad. En La Vega aprendí que un acuerdo de palabra queda escrito en piedra”. En paralelo arrendó tierras para producir y exportar espárragos.

Un día de 1987, su padre y su madre le propusieron que se fuera a trabajar a La Rosa. “–Cuando regresé a La Rosa, aprecié aún más lo que había hecho mi familia, especialmente mi padre: Ellos levantaron un campo sin caminos”. Incorporado a la empresa, la apertura comercial que había experimentado Chile, le permitió transformar la empresa en una organización agroindustrial, por lo que empleó personal especializado para la construcción de plantas empacadoras, seleccionadoras, planta deshidratadora, frigoríficos y planta hidroeléctrica.

Fue un innovador. En lugar de seguir siendo proveedor de terceros exportadores, optó por comercializar directamente los productos de La Rosa.  La sociedad agrícola creció con campos en las cercanías hasta alcanzar las 13.000 hectáreas, que la convirtió en una de las empresas agrícolas más grandes del país, además de ser una de las más antiguas. Actualmente, la compañía produce unas 55 mil toneladas de fruta al año, que incluyen fruta fresca, deshidratada y jugos naturales. Viña La Rosa produce y vende 900 mil cajas de vino, de las cuales el 98 por ciento se exporta.

La inversión en el área hídrica fue importantísima. El empuje de Ismael se tradujo en la gran obra del riego de La Cornellana y el aseguramiento del riego de La Palmería, por lo que la hacienda cuenta actualmente con 34 tranques en los diversos fundos, 140 bombas de elevación y riego tecnificado.

Su compromiso irrenunciable con la calidad se reflejaba en una frase que decía y repetía: “–El futuro de La Rosa está en producir vinos de excelencia y para lograrlo, debemos enfocarnos en las uvas porque la calidad y el negocio comienzan en la viña. Debemos investigar para producir uvas de excelencia”

Ismael fue un amante de la naturaleza. Plantó miles de árboles y vides para ayudar a descontaminar el mundo. “–Yo soy orgánico. Produzco oxígeno en las 13.000 hectáreas de la hacienda La Rosa. Todo lo que nosotros hacemos está hecho con empatía a la vida y la naturaleza”. En el fundo La Palmería existen cincuenta mil palmas chilenas. Para preservarlas nació el parque natural “Palmería de Cocalán”.

Ismael tenía gran confianza en el estudio, en la investigación, en la ciencia y en la técnica. Sus colaboradores escucharon muchas veces su frase: “–Llevo más de 50 años estudiando”.

Ismael Ossa fue un creyente en el futuro de Chile. “–Nuestro país ha crecido rápidamente. Vamos a la velocidad de la luz en temas de desarrollo”. No obstante, esa fe inquebrantable se complementaba con una acendrada vocación de trabajo y un sentido de profunda humanidad: “Los años pasan. Cada día con su amanecer renueva las esperanzas de construir un mundo mejor, tarea que debe comenzar por nuestro prójimo. En ese radio debemos poner nuestras fuerzas y contra la marea y los vientos luchar hasta otro nuevo amanecer”.

En una entrevista que le realizó una publicación en el año 2011, Ismael Ossa develó el carácter y la intensidad de su vocación al responder al periodista.

“–¿Más empresario o más agricultor? –preguntó el periodista.

“–Más servidor –fue su respuesta categórica e inapelable.

“–¿Y hasta cuándo se ve trabajando en La Rosa Sofruco?

“–Hasta que se me doblen las piernas. Ese es mi espíritu mientras pueda servir y ser útil.”

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