2020: Una Temporada Bisagra para la Uva de Mesa en proceso de Reconversión

Columna de Jorge Valenzuela, presidente de Fedefruta, publicada en Portal Frutícola.

Con las cifras del Banco Central revelando que la exportación de cerezas superó los 1.500 millones de dólares en 2019, nos olvidamos un poco de analizar lo que está sucediendo con la industria de la uva de mesa, la cual fue desplazada el año pasado como la principal fruta chilena en términos de retornos de divisas al país.

Al respecto, iQonsulting y Uvanova ajustaron su proyección de volúmenes de exportación de uva para la temporada 2019-2020, afirmando que estarán por debajo de las 600 mil toneladas, luego de cerrar con 650 mil en la última campaña, lo que ya era bajo en comparación a otras temporadas.

Bien se entiende que la severa escasez hídrica es un factor determinante en dicha estimación, dado los calibres menores observados en los huertos con déficit de agua. Y aquello lo anticipamos en nuestra encuesta sobre el impacto de la sequía en la fruticultura chilena, en la que un tercio de los consultados señaló que ésta sería la especie más complicada por la situación.

Pero, junto con ello, esta baja en la proyección también la atribuimos al proceso de reconversión en el que están los productores de uva de mesa.

La plantación de nuevas variedades tiene un buen número de hectáreas en formación, lo que nos tendrá en un período de al menos dos o tres años en que el mapa de la uva de mesa se va a estar reconfigurando, a la expectativa de un boom en la oferta chilena de uva de mesa que empezará a tener una nueva cara en las campañas venideras, más atractiva para los supermercados, y rentable para el fruticultor.

Por ejemplo, nuestro último análisis de liquidaciones para la temporada 2018-2019, mostró que las variedades Arra 15 y Timco obtuvieron un retorno promedio a productor de US$1,81 y US$1,22 por kilo neto, lo que unido a sus rendimientos por hectárea, las hacen ser una alternativa concreta de recambio.

Por eso es que el sector está mirando variedades con rendimientos de al menos 3.500 cajas por hectárea, validadas bajo nuestras condiciones climáticas y territoriales, con una postcosecha que garantice condición en destino, y sabor que asegure presencia mercados. Todo, con un trabajo lento pero seguro en reconversión que, literalmente, rendirá sus frutos.

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